Labubu: El llavero de $150,000 que conquistó el mundo del coleccionismo

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En el universo del arte pop, donde lo pequeño puede valer más que una pintura al óleo, ha surgido un fenómeno que ha roto las reglas del juego. Se trata de Labubu, una figura de vinilo nacida del imaginario del estudio hongkonés Kasing Lung x Pop Mart, que recientemente fue subastada en más de $150,000 dólares. ¿Su formato? Un llavero.

Sí, un objeto que cabría en la palma de la mano hoy circula entre coleccionistas como un emblema de estatus, culto estético y visión de inversión.

 

De figura de juguete a arte de culto

 

Labubu no es nuevo. Apareció por primera vez en 2019 como parte de una colección limitada lanzada por Pop Mart, la empresa que revolucionó el arte coleccionable en Asia con sus “blind boxes” (cajas cerradas con figuras sorpresa). El personaje —una especie de criatura fantástica con orejas puntiagudas, dientes afilados y una expresión entre inocente y traviesa— conectó inmediatamente con una generación que creció con el anime, la cultura kawaii y los valores de lo imperfecto.

Lo que comenzó como una curiosidad de nicho explotó durante la pandemia, cuando el mercado del arte físico se ralentizó y los consumidores comenzaron a buscar piezas de inversión accesibles, transportables y con alto valor simbólico.

A diferencia de otros objetos de diseño o lujo, Labubu no se promociona. No aparece en grandes campañas. Su magnetismo radica en la escasez y en el vínculo emocional que genera. Las piezas más valiosas son las que pertenecen a series limitadas, a menudo de menos de 100 unidades, y con colaboraciones especiales con artistas globales como Coarse, Skull Panda, DIMOO o Hirono.

Algunas de estas figuras ni siquiera se venden: se ganan en rifas, se compran en reventas privadas o se intercambian en foros cerrados de coleccionistas. Lo que hace que una figura alcance el precio de un automóvil de lujo no es el material —plástico o resina— sino su historia, su rareza y la comunidad que la respalda.

De Asia para el mundo… y para los inversionistas

El fenómeno Labubu ha dejado de ser exclusivamente asiático. En ciudades como Nueva York, Londres o Dubái han comenzado a emerger clubes de coleccionistas que organizan exposiciones efímeras, subastas discretas y networking entre creativos, curadores y empresarios del arte.

En 2023, Pop Mart reportó más de USD $500 millones en ventas globales, y figuras como Labubu, Molly y Dimoo representan más del 60 % de sus ingresos. Las cifras han captado la atención de casas de subastas como Sotheby’s, que ya incluyen piezas de estos personajes en sus catálogos de arte contemporáneo.

¿Un llavero? No. Un símbolo.

El caso de Labubu recuerda que en el mercado de hoy, el valor ya no se mide en tamaño, peso ni función. Se mide en conexión y en capacidad de generar deseo. En un mundo saturado de estímulos, el silencio de una figura que no habla —pero comunica— puede ser más poderoso que cualquier campaña.

Labubu no es un juguete. Es el nuevo código cultural de una generación que colecciona, invierte y expresa identidad… en solo 8 centímetros.

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