ISAAC DEL TORO Y SU ENCUENTRO CON EL DESTINO

Existen personas que paradójicamente están predestinadas, pero tienen el destino en contra. Puede ser el caso de alguien que quiere ser bombero, pero nace en el Polo Norte, o de un aspirante a médico que le teme a la sangre.
Un chico llamado Isaac del Toro se topó con una trampa astral. Alguna vez decidió que quería ser ciclista, pero nació en Ensenada, tierra propicia para los surfistas, el beisbol y el futbol. Lugar en el que no hay ni colinas ni montañas.
Todo empezó cuando su madre quería que sus hijos hicieran deporte y su padre, Joe del Toro, había sido ciclista. Podría iniciarlos. Le compró una bicicleta a Adrián, el hijo mayor. Isaac, menor por dos años, lo veía pedalear con interés. Le gustaba lo que veía. No pasó mucho tiempo para que le pidiera a papá una bicicleta. Veía por televisión el tour de Francia en la época de Nairo Quintana y Chris Fromme.
A los siete años se entrenaba con rigor inusitado y hacía dieta de deportista. Cursaba la primaria cuando pidió ser inscrito a sus primeras carreras de competencia, tanto de carretera como de montaña.
No era el más rápido, lo supo inmediatamente. Trabajó gradualmente en ello sin dedicarle todo al deporte. La escuela y sus amigas eran también parte de sus intereses.
Pasó el tiempo y fue tomando cada día con mayor interés el ciclismo. Le pedía a su padre que lo llevara a rodar el camino que lleva al Nevado de Toluca a más de cuatro mil 500 metros y al Desierto de los Leones, a más de tres mil metros. Necesitaba hacer una gran prueba: sentir cómo reaccionaba su cuerpo ante las exigencias de la altura y de la máxima resistencia que le demandaba un habitat tan distinto al suyo.
Los sueños se fueron convirtiendo en obligaciones que cumplir. Isaac lo supo a los 15 años que, si quería ser ciclilsta profesional, tenía que irse a Europa.
Alguien le acercó un anuncio en el periódico en el que AR Monex, una empresa mexicana con sede en San Marino, estaba reclutando pedalistas para su equipo de ciclismo. Como si de ganar un sprint se tratara, Isaac envió su solicitud a toda velocidad.
Isaac pasó el proceso de selección y la buena noticia le emujó a tomar una decisión difícil: cambiar su vida. Se marchó a Europa, despidiéndose de todo: familia, escuela, amigos, comodidades…
El primer contacto con el ciclismo del Viejo continente fue durísimo. La realidad fue cruel maestra. Se percató que el nivel era mucho mayor al que esperaba. Junto con su equipo, vivía en una burbuja que estalló con la tragedia que envolvió al mundo entero: la pandemia.
La vida se interrumpió aquí y allá. Tuvo que volver a casa y rodar en solitario por las carreteras mexicanas mientras la pesadilla terminaba. Regresó a Europa en 2021. Participó en el Mundial Júnior de ruta y en una contrarreloj en Bélgica. Parecía listo para correr el Tour del Porvenir, que es la versión juvenil del Tour de Francia, pero el destino le volvió a jugar en contra. En una caída (frecuentes para él en ese entonces) se fracturó el fémur y tuvo que detenerse una vez más. Estuvo hospitalizado 20 días y no se pudo montar a la bicicleta en siete meses.
Además de la recuperación física, tenía que establecer una pelea contra los fanstasmas que le amenazaban mentalmente. Las noches eran muy largas, pensando en que su carrera estaba en riesgo.
Tras la recuperación, tan dura como subir la cuesta mas alta de los Pirineos, Isaac dio una señal definitiva. En 2023 no solamente pudo participar en el Tour del Porvenir, sino que lo ganó por goleada, como lo calificó el diario italiano La Gazzetta dello Sport. Fue líder de la clasificación general. Ganó en los puntos, en la montaña y fue el mejor juvenil.
En los imposibes recorridos de las pruebas europeas, el ciclista parece ir solo, pero no es así al menos metafóricamente. Miles de ojos lo están viendo y entre ellos siguieron fijamente a Del Toro todos los conjuntos de la caravana.
Su triunfo fue recompensado con un contrato hasta 2029 que le ofreció el equipo de ciclismo profesional más importante del planeta: el de Emiratos Árabes, con un presupuesto anual de 60 millones de euros. Sólo por ingresos de publicidad genera 400 y tiene a varios de los mejores pedalistas del orbe, incluyendo al fantástico esloveno Tadej Pogacar.
La primera competencia mayor en la que Isaac participó con ese jersey fue el Giro de Italia de este año. Junto con el Tour y la Vuelta a España, las máximas citas ciclistas del mundo. Ahí supimos de sus sorprendentes hazañas, que tomaron por sorpresa a todos, incluyendo a Isaac.
Portó la maglia rosa de líder desde la novena hasta la decimonovena etapa. 11 días en total, ganándose todos los superlativos que tiene el diccionario. Perdió el liderato en la penúltima, tras una cruenta batalla táctica contra el ecuatoriano Richard Carapaz, porque Simon Yates capitalizó que, por cuidarse, ninguno de los dos atacó la parte final de la etapa y logró colocarse en el primer puesto de la clasificación. Justo en la “Vía láctea”, inclemente ruta de montaña con meta en Sestriere, donde siete años antes Chris Froome le arrebató de la misma manera el Giro al británico.
Del Toro escribirá muchas batallas en el futuro con una mentalidad de acero. Pese a ser el subcampeón del Giro, el ganador de la maglia bianca como mejor ciclista menor de 25 años y haberse robado los titulares de prensa de toda Europa, advierte que va por más. “No me consuela haber terminado en segundo. Es el lugar del primer perdedor y por lo que he hecho todos mis esfuerzos, es para ganar. Lo demás no me interesa”.