Encarta: El anzuelo brillante que Microsoft soltó antes de tiempo

¿Cómo se convierte un producto educativo en un arma estratégica de ventas globales? ¿Y por qué el gigante que lo creó decidió abandonarlo justo cuando más podía evolucionar?
En 1993, cuando las computadoras aún olían a oficina y el CD-ROM parecía un objeto de laboratorio, Bill Gates soñó con meter todo el conocimiento del mundo en una caja plateada. No para hacer historia —eso vendría después—, sino para lograr algo más urgente: que los hogares quisieran una PC.
Así nació Microsoft Encarta, una enciclopedia digital que no era solo un proyecto editorial. Era, en realidad, un caballo de Troya comercial. Y funcionó.
Durante más de una década, Encarta fue el gancho dorado que convenció a padres, maestros y gobiernos de invertir en tecnología. No era una aplicación educativa: era el símbolo aspiracional del nuevo conocimiento. En un tiempo sin Wikipedia, sin YouTube y sin Google en el aula, tener Encarta era “estar al día”.
Pero detrás de ese ícono hubo resistencia. Cuando Microsoft buscó licenciar contenidos, la prestigiosa Encyclopaedia Britannica rechazó la oferta. No creían en el formato digital. Gates entonces apostó por Funk & Wagnalls y compró derechos a Collier’s y New Merit Scholar, enciclopedias menores. ¿Resultado? Una experiencia que no dependía de las fuentes, sino de la interfaz. Encarta seducía visualmente. Educaba con clicks. Ganaba por diseño, no por tradición.
Su impacto fue inmediato: más de 62,000 artículos, videos, recorridos virtuales, animaciones en 3D. Cada actualización era una nueva promesa de futuro. Durante años, se distribuyó con PCs en escuelas y hogares. Microsoft nunca reveló cifras exactas, pero reportes de NPD Group sitúan a Encarta como la enciclopedia digital más vendida de su tiempo, generando cientos de millones de dólares anuales entre licencias, discos y versiones premium.
Y entonces… llegó la web.
Wikipedia apareció en 2001 como una enciclopedia abierta, editable por usuarios. Sin diseño. Sin música. Sin mapas interactivos. Pero con una idea poderosa: acceso libre, desde cualquier navegador. En cinco años, Wikipedia superó el millón de artículos. Encarta seguía siendo una joya empaquetada, pero la joyería ya no estaba de moda.
En 2009, Microsoft cerró el proyecto. Oficialmente, “porque el consumo de información cambió”. Extraoficialmente: porque Encarta ya no vendía PCs. Y Microsoft no vende nostalgia.
¿Por qué aún la extrañamos?
Porque no era solo contenido. Era curaduría. Porque nos enseñó a investigar con las manos. A recorrer con el cursor. A hacer tareas con fondo musical y mapas satelitales. Porque antes de la distracción infinita, Encarta ofrecía foco, contexto y belleza.
Y sin embargo…
Lo que más sorprende no es su cierre. Es por qué nadie tomó la estafeta. ¿Dónde está hoy la enciclopedia digital con narrativa visual, profundidad editorial y validación? ¿Por qué las generaciones que crecieron con Encarta se conforman ahora con fragmentos de TikTok y resúmenes de IA?
La lección es clara:
Encarta no murió por obsoleta. Murió porque su misión fue cumplida: hacer que todos tuviéramos una computadora. Y como todo buen anzuelo… se suelta cuando ya pescaste.
¿Y si estás ignorando tu propio “Encarta”?
- ¿Tienes un producto que no monetiza, pero abre la puerta al resto de tu negocio?
- ¿Estás dispuesto a soltarlo cuando ya no funcione… o antes de tiempo?
- ¿Estás construyendo algo que otros aún extrañarán años después?
Porque a veces, el producto más valioso no es el que vende más, sino el que convierte lo invisible en inevitable.