El Guggenheim, espiral del tiempo

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A pocos pasos de Central Park, donde el hormigón de Manhattan cede espacio a formas que parecen nacidas de un sueño, se alza el Museo Guggenheim. No es solo un edificio: es una declaración de intención, una escultura habitable, una ruptura con el orden vertical de la ciudad.

Su silueta redonda, como una concha de nautilus o una taza de té gigante, desafía las líneas rectas del entorno desde 1959. Diseñado tras 15 años de bocetos y más de 700 planos, el Museo Guggenheim es la obra cumbre de Frank Lloyd Wright.”

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“Quería paz, amplitud, conexión con la naturaleza.”

Por eso dobló el ancho de la acera, invitando a la gente a sentarse en su muro bajo.

Hoy, declarado Monumento Histórico Nacional y parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO, el edificio sigue siendo tan visitado por su arquitectura como por su colección.

Adentro, todo es movimiento. En lugar de pisos tradicionales, una rampa continua en espiral guía al visitante en un recorrido descendente.”

La colección permanente es una joya. Aquí reside la mayor cantidad de obras de Kandinsky en el mundo. También están Picasso, con una de las colecciones más importantes fuera de España, y artistas como Mondrian, Chagall y Brâncuși.”

Kandinsky

 

Hoy, el Museo Guggenheim sigue siendo un referente cultural, no solo por lo que exhibe, sino por cómo lo hace. Lee la más en la edición de Elite Business.

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