El arte también se borda

En Nueva York, el arte ya no solo se pinta o se esculpe. Se teje, se cose, se hila. Las exposiciones textiles que tomaron espacios como el MoMA y galerías independientes alrededor de Manhattan han dejado claro que lo que alguna vez fue doméstico hoy es político, poético y profundamente contemporáneo.

Obras construidas con fibras naturales, bordados que parecen mapas de memorias invisibles, hilos que sostienen no solo estructuras sino relatos ancestrales. El arte textil ha reclamado su lugar en el centro de la conversación cultural.

Lo más poderoso es cómo estas piezas, al ser blandas, frágiles, incluso efímeras, se convierten en respuestas firmes a un mundo duro, acelerado, desconectado. Frente al algoritmo, la aguja. Frente al código, la trama.

Woven Histories y otras exhibiciones textiles nos recuerdan que el arte no siempre grita. A veces susurra. Y lo hace desde lo más profundo de nuestras raíces.