Arte como legado y estrategia patrimonial

Para el coleccionista de arte, cada adquisición es un acto de afirmación. Se trata de profundizar en una mirada ya formada, de afinar una narrativa que se ha ido construyendo con paciencia, conocimiento y una red de relaciones influyentes. La colección deja de ser un proyecto en curso: es una extensión del pensamiento, una historia visual que refleja una trayectoria de discernimiento. En este nivel, el arte se eleva a activo estratégico, un patrimonio que combina valor estético, histórico y financiero con una coherencia que solo el tiempo y la experiencia pueden forjar.
El mercado primario sigue siendo un terreno privilegiado, aunque con una perspectiva distinta. El enfoque está puesto en anticipar trayectorias. Las galerías que representan a artistas con presencia institucional, participación en bienales y respaldo de coleccionistas influyentes se convierten en puntos de entrada clave. Adquirir directamente del taller asegura autenticidad y permite acceder a obras antes de que su cotización en subastas se dispare. La relación con el galerista adquiere una dimensión estratégica: es un aliado en la identificación de obras con potencial de revalorización sostenible.

En el mercado secundario, la información es el principal activo. Plataformas digitales ofrecen acceso casi ilimitado a obras y subastas, y se han convertido en una herramienta indispensable para evaluar la evolución de un artista, identificar tendencias y tomar decisiones con precisión. Una obra que ha pasado por colecciones como las de Uli Sigg, François Pinault o Budi Tek no solo gana pedigrí: su valor se multiplica por el eco que genera en el ecosistema artístico global.
Consejos para coleccionistas
- Anticipa trayectorias
- Domina el dato
- Verifica el pedigrí
- Protege con rigor
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