La startup que milita en el futuro

Anduril y la nueva era de la defensa tecnológica
En un sector marcado por jerarquías, burocracias y tiempos lentos, una startup nacida en 2017 está reescribiendo las reglas con el ritmo de Silicon Valley y la ambición del complejo militar-industrial. Se llama Anduril Industries y acaba de cerrar una ronda de inversión de mil millones de dólares liderada por Founders Fund, alcanzando una valuación de 30.500 millones de dólares. Un hito que consolida a su cofundador Trae Stephens como una de las figuras más influyentes del sector defensa-tech.
Fundada por Palmer Luckey (creador de Oculus), Matt Grimm y el propio Stephens (ex Palantir y asesor en inteligencia), Anduril partió de una premisa disruptiva: hacer defensa desde el ámbito privado, con capital de riesgo y un modelo operativo ágil. Mientras los contratistas tradicionales tardan años en prototipar, ellos ejecutan, prueban y adaptan en tiempo real.
Su portafolio es tan extenso como visionario: drones aéreos y submarinos, sensores autónomos, visores con IA, software de integración militar y una planta de producción propia en Ohio. Sus contratos ya alcanzan al Pentágono, la Armada australiana y el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos.
Crédito: Anduril Industries
En 2024, Anduril alcanzó ingresos por mil millones de dólares y comenzó su expansión global hacia Europa y Australia. Parte de los nuevos recursos se destinarán a adquisiciones estratégicas y al desarrollo de nuevas tecnologías que fusionan IA con despliegues tácticos en tierra, mar y aire.
Trae Stephens no es un perfil común en Silicon Valley. Su paso por la política, la inteligencia y ahora el capital de riesgo, le permite hablar dos lenguajes que rara vez conviven: el de la seguridad nacional y el de la disrupción emprendedora. Además de Anduril, ha impulsado proyectos como Gecko Robotics y Varda Space Industries.
La historia de Anduril no es solo la de una empresa. Es el relato de una mutación: la defensa como campo de innovación empresarial, y la tecnología como nuevo lenguaje geopolítico.