El sol que no se apaga

Tiffany reinterpreta Apollo de Schlumberger
En la historia de la alta joyería, hay piezas que brillan por su técnica… y otras que iluminan generaciones. La colección Apollo, concebida por Jean Schlumberger en 1957, pertenece a esa rara constelación de creaciones que no necesitan explicación: se reconocen, se heredan, se desean.
Hoy, Tiffany & Co. presenta una nueva lectura de esa obra solar. No como un tributo nostálgico, sino como una afirmación contemporánea. La silueta original —aquel broche que simulaba un estallido de luz— resurge transformada en anillos, pendientes y brazaletes que destilan precisión escultórica y carácter.
La casa neoyorquina ha trabajado con su ya emblemático rigor: platino, oro amarillo de 18 quilates, piedras seleccionadas a mano, cortes limpios y una belleza visual que permite que cada rayo de metal vibre con la luz. Pero más allá del virtuosismo, hay una conexión sutil: cada joya se convierte en una prolongación del carácter personal.
Apollo by Tiffany no es una reinterpretación. Es una evolución. Las nuevas piezas juegan con el contraste entre forma y luz: curvas doradas que abrazan el cuerpo, destellos precisos que capturan la atención sin pedirla. Una joya que acompaña la silueta con naturalidad y se vuelve protagonista sin esfuerzo. Setenta años después, Apollo renace con un nuevo fulgor: vigente, vibrante y fiel a su esencia luminosa.