Un Escape Sensorial Sobre la CDMX

Ubicado en el piso 25 del W Mexico City, Moonbass es un bar que apuesta por lo sensorial, no lo ostentoso. En una ciudad donde la experiencia nocturna suele traducirse en ruido, este espacio propone algo más sutil: una pausa estética, cuidadosamente orquestada.
Los interiores combinan materiales nobles —terciopelo, acero, concreto pulido— con una iluminación cálida que favorece el recogimiento. La atmósfera no impone; invita. El sonido analógico de los vinilos, la distribución del mobiliario, incluso el ritmo de servicio, responden a un concepto claro: menos estímulo, más intención.
La coctelería sigue la misma lógica. Preparaciones como el Moon Martini, con vodka, licor de coco y vermut blanco, o el Wallbanger Milk Punch, con notas cítricas y lácteas, exploran contrastes sin perder elegancia. Cada trago se sirve en cristalería seleccionada, pensada para acompañar y no competir con el entorno.
La carta de alimentos es breve, diseñada bajo un principio de armonía. Destacan el jamón ibérico de bellota, el sashimi de sandía o los camarones con hoja de arroz y chile fermentado. Sabores definidos, presentaciones limpias. El postre —un macarrón de queso de oveja con frambuesa y carbón activado— mantiene el tono: sobrio, pero memorable.
Una instalación del artista mexicano Alejandro Glatt, reconocido por haber llevado su obra a la superficie lunar, aporta una dimensión visual al espacio. Inspiradas en los cuatro elementos, sus piezas dialogan con la arquitectura y el concepto general, sumando una capa de contemplación.
Moonbass no busca ser tendencia, sino refugio. Para quienes entienden que, a veces, el verdadero lujo ocurre en silencio.