Soledad Sevilla: El futuro desde el pasado en el IVAM

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Hay cuadros que se pintan una vez y se firman al final. Luego están los que nunca terminan, esos que el artista persigue en silencio durante toda la vida. Soledad Sevilla (Valencia, 1944) lleva seis décadas tras uno de ellos. O quizás, si miramos bien, todos sus trabajos son en realidad fragmentos de una misma obsesión: atrapar lo que ya no está.

El IVAM acoge Ritmos, tramas y variables, una retrospectiva que recorre su carrera como quien hojea un diario íntimo escrito a base de líneas, luces y sombras. No es una exposición para mirar, sino para sentir. Porque en sus obras hay algo que resuena dentro, como un recuerdo lejano que de pronto se hace presente.

La artista que encontró su voz en el eco

“Los artistas pasamos la vida pintando el mismo cuadro”, confesó Sevilla durante la inauguración. Y al recorrer las salas, entendemos por qué. Aquí están sus primeros experimentos geométricos, sus juegos con la Alhambra convertida en ritmo visual, sus instalaciones que transforman el espacio en poesía. Piezas distintas, sí, pero unidas por un hilo invisible: esa melancolía sutil que parece decirnos esto ya lo has visto antes, aunque no sepas dónde ni cuándo.

Isabel Tejeda, comisaria de la muestra, lo explica mejor: “Soledad no repite, sino que vuelve una y otra vez al mismo lugar para descubrir algo nuevo”. Como si su obra fuera un faro que ilumina, poco a poco, rincones olvidados de la memoria.

Un estudio lleno de preguntas

En su taller, la artista sigue trabajando cada día. No por obligación, sino por esa curiosidad que nunca se apaga. “Allí es donde me siento más viva”, admitió en una conversación con el crítico Kevin Power. “Cada cuadro es una pregunta distinta, pero todas giran en torno a lo mismo: cómo dar forma a lo que ya no está”.

Quizás por eso sus obras nos tocan tan adentro. Porque no hablan solo de ella, sino de todos nosotros. De esos momentos que creímos perder y que, de pronto, reaparecen en un rayo de luz entre líneas negras. O en el eco de un color que ya no es el mismo, pero que nos devuelve algo que creíamos olvidado.

Ritmos, tramas y variables no es solo una exposición. Es una invitación a mirar hacia atrás sin nostalgia, a entender que lo que fuimos sigue vivo en lo que somos. Y que, como bien demuestra Soledad Sevilla, a veces el arte más poderoso no es el que grita, sino el que susurra.

Dónde y cuándo: Hasta el 15 de septiembre en el IVAM (Valencia). Por si quieres comprobar si tú también has estado pintando, sin saberlo, el mismo cuadro toda la vida.

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